Queriendo apoyo, miré furtivamente a Anna, que había venido conmigo al despacho de Altair. Ella se retiró con una sonrisa, malinterpretando la expresión de mis ojos.
“Ustedes dos, hablen un poco. Los dejaré solos.”
¡No tienes que hacer eso....!
Pero Anna no se percató del grito en mi interior y cerró la puerta tranquilamente, saliendo del despacho. Cuando sólo quedamos nosotros dos en el silencioso despacho, el aire se llenó de incomodidad. Era difícil mirar directamente a la cara de Altair, por lo que mis ojos se movieron de un lado a otro, así que los documentos que llenaban su escritorio fueron lo primero que llamó mi atención.
Ahora que lo pienso...
Últimamente Altair parecía bastante cansado debido a su considerable carga de trabajo. Todos los días volvía a la habitación y se dormía enseguida.
Quizá sea mi imaginación, pero su rostro parece un poco demacrado.
“No te estás... ¿excediendo demasiado?”
Altair carraspeó ligeramente, tocándose la cara con las manos, como si le molestara mi mirada examinando con cautela su tez.
“Manejar documentos no coincide con mi carácter. Sería más fácil eliminar demonios.”
“Tómate un descanso. Hazme saber si hay algo que pueda hacer para ayudar. Confío en mí misma para manejar los documentos.”
“No puedo delegar el trabajo del Señor. Es mi trabajo.”
Altair se recostó en la silla, rechazando mi oferta de inmediato.
“Creo que ya has tenido suficiente de mis preocupaciones, ahora cuéntame tu historia.”
“¿Mi historia?”
“Debe ser lo suficientemente importante como para que vengas a visitarme primero.”
“No es urgente. Sólo para obtener permiso...”
“¿Permiso?”
Las cejas de Altair se retorcieron, como si esas palabras fueran ofensivas.
“Pronto habrá una reunión de los nobles del Este. De todos modos, creo que necesitamos varios preparativos. Hay que ordenar ropa... Pensé en pedir permiso de antemano porque hacerlo gastaría mucho dinero. También está el tema del mantenimiento del castillo.”
Examinando el semblante de Altair, mientras me expresaba atropelladamente, su expresión fue haciéndose cada vez más gentil.
“Ese no es un asunto para el que necesites mi permiso. No tienes que pedirme permiso ya que es tu trabajo administrar el castillo. Además, ya no tenemos que preocuparnos por los fondos.”
Altair suspiró, extendió el documento que había estado mirando hace un momento y le dio unos golpecitos con el dedo. Parecía querer decir que mirara el contenido, así que me acerqué y miré el documento, que era un contrato con varias cláusulas dispuestas. La tinta estaba menos seca, como si se hubiera firmado hace poco. Lo que más destacaba, por supuesto, eran las palabras “contrato de entrega de piedras de maná”.
“¿Firmaste un contrato con un grupo de comerciantes?”
Cuando levanté súbitamente la cabeza con una sonrisa feliz, Altair levantó ligeramente la comisura de los labios y admitió.
“He firmado un contrato de suministro exclusivo de piedra de maná con el grupo de comerciantes Zorro Plateado. Por los derechos exclusivos, dieron como pago inicial 500 millones de oro.”
“Oh, Dios mío...”
El grupo de comerciantes Zorro Plateado era el segundo más grande del Imperio. Al tener una red de distribución en todo el Imperio, era un muy buen socio. Además, ¿no son 500 millones de oro mucho dinero para ser utilizado como presupuesto durante varios años incluso para el opulento Marqués Bain?
“Hubo competencia con el grupo de comerciantes Pantera Negra hasta el final. Gracias a eso las condiciones fueron mejorando progresivamente... la situación fue ventajosa para nosotros.”
Si el grupo de comerciantes Zorro Plateado era el segundo del Imperio, el grupo de comerciantes Pantera Negra era el primero que cualquiera elegiría. Los dos mejores, que habían mantenido una rivalidad durante mucho tiempo, parecían haber tenido un gran enfrentamiento por la Mina de Piedra de Maná de Ailsford.
A través del monopolio de la Mina de Piedra de Maná, el grupo de comerciantes Pantera Negra quería mantener su abrumador primer puesto, y el grupo de comerciantes Zorro Plateado quería preparar un punto de apoyo para revertir la situación. De los dos, el grupo de comerciantes Zorro Plateado habría estado un poco más desesperado, por lo que había sido el ganador.
“Es una condición muy buena para la distribución de las ganancias porque nosotros obtenemos el 80% y el grupo de comerciantes Zorro Plateado el 20%. Normalmente es de 60 a 40, y si juegas bien, es de 70 a 30.”
“¡Eso es genial!”
Empecé esto porque quería ser reconocida por Altair, pero si la gente de Ailsford, que me había cuidado bien en esta próspera tierra, pudiera vivir pacíficamente, no existiría mayor felicidad que esa.
Pero Altair no parecía tan contento. Me miraba con una expresión sutil que me hacía preguntarme qué estaría pensando. Cuando abandoné mi alegría por un momento y miré a Altair preguntándome por qué lo hacía, éste se levantó de su asiento y se acercó a mí. Me encogí ligeramente de hombros ante la intimidante sombra, y él extendió la mano y me acarició la cabeza como para tranquilizarme.
“Todo es gracias a ti.”
Cuando parpadeé ante el imprevisto cumplido, Altair se rió y alborotó mi cabello con un poco de brusquedad.
“¿Guaa?”
“No sé qué demonios está pasando en esta cabecita.”
“¡M-me mareo...!”
Altair se detuvo ante mi protesta. Me miró con cara seria después de haber borrado su sonrisa.
“Muchas gracias. Este es el agradecimiento del Señor de Ailsford.”
“.......”
Fue un agradecimiento inesperado. Recibir un agradecimiento por parte del villano. Nadie se hubiera atrevido a imaginarlo.
De alguna manera el Altair que conocí...
Creo que es muy diferente al villano de la novela. Fue tan sorprendente como inesperado, y mientras miraba fijamente la cara de Altair, inmediatamente dejó escapar un gruñido, apartó la mano de mí y dio un paso atrás.
“Cada vez que me miras con esa expresión en los ojos me siento extraño. Cosquillea en mi interior y no sé qué hacer...”
“Oh... ¿entonces no te miro?”
“¡No es eso...!”
Altair, que gritó súbitamente, cerró la boca cuando me vio estremecerme. Por su rostro parecía que tenía mucho que decir, pero al final fue un profundo suspiro lo que salió de su boca.
“¿…Cuándo vas a ordenar la ropa?”
“Creo que cuanto antes mejor porque hay que pensar en el periodo de producción.”
“Díselo a Pavel. Que llame a un sastre dentro de una semana.”
“¡Sí!”
Me tranquilizó recibir el permiso. Cuando sonreí y miré a Altair, su cara se volvió extraña de nuevo. Parecía estar de nuevo en apuros porque “cosquilleaba en su interior”. No quería poner a Altair en apuros. Estaba a punto de girar la cabeza a toda prisa, pero de repente empezó a haber ruido fuera de la ventana. Fue una situación en la que sentí una sensación de déjà vu en alguna parte.
“¡Barón! ¡Barón Ailsford! ¡Por favor, reúnase conmigo!”
¿Eh? ¿El Conde Gallad?
La situación no era solamente una sensación de déjà vu. El visitante era el mismo que entonces. ¿Por qué de repente esconde la cola así?
Ladeé la cabeza inquisitivamente, pero Altair se limitó a sonreír como si lo supusiera.
“El conde quiere que nos reunamos, así que un barón como yo debería ir a saludarle obedientemente. ¿No es así?”
Obedientemente...
¿Dónde está lo obediente en ese rostro sonriendo maliciosamente...? Pero no tengo el valor de sacar esos pensamientos de mi boca. Mientras asentía con la cabeza lentamente como si estuviera de acuerdo, Altair sonrió y negó con la cabeza.
“¿Entonces nos vamos?”
***
Cuando salí del castillo junto a Altair, el Conde Gallad se paseaba por la entrada con rostro ansioso, y los Caballeros de Ailsford vigilaban firmemente la entrada para que no pudiera pasar. Su actitud era completamente diferente al que gritaba ruidosamente en el Castillo Ailsford no hace mucho tiempo. Su piel, que había sido suave y lustrosa parecía seca, y las mejillas se sentían huecas y demacradas.
“¡B-barón!”
En cuanto el Conde Gallad se encontró con Altair, se acercó a él saludándolo alegremente. Altair inclinó ligeramente la cabeza en una postura firme y lo saludó.
“Cuánto tiempo sin verte, Conde. ¿Cómo ha puesto un pie en este territorio sucio de nuevo?”
“S-sucio. ¿Quién podría decir eso de Ailsford?”
“No lo recuerdas. Lo hiciste hace cinco años, lo hiciste no hace mucho, y lo hiciste en tu carta a mí.”
“¡E-eso es...!”
El conde movió los ojos de un lado a otro sudando. Parecía que el comentario de Altair no era incorrecto.
“¡Me disculpo si lo ofendí en el pasado! Fui estrecho de miras. Así que, por favor, deje el pasado en el olvido…”
“No. ¿Cómo puede el Conde ser estrecho de miras? Usted es un Conde. Un Conde tiene razón en todo lo que dice.”
“N-no seas así... por favor...”
El Conde Gallad, que se encontraba en una situación que yo desconocía, mantuvo una actitud humilde todo el tiempo, mientras escudriñaba a Altair.
“Por favor, ayude un poco a nuestro territorio. ¡Si esto continúa, los demonios estropearán las plantaciones de frutas y arruinarán todas las cosechas de este año! Ha-hay frutas prometidas para ser entregadas a la Familia Imperial... ¡Si rompemos nuestra promesa, el Emperador se pondrá furioso!”
Ahora que lo pienso, el producto especial del territorio Gallad era la uva. Se dice que el Emperador disfrutaba comerla porque el fruto era grande y famoso por su dulzura. La mayor parte de la riqueza del territorio Gallad procedía de los beneficios de la venta de las uvas.
¿Pero los demonios aparecieron en las plantaciones donde se cultivan esas uvas?
Por eso habían hecho una solicitud al territorio de Ailsford. Sin embargo, Altair parecía haber rechazado la solicitud porque se habían hecho enemigos debido al incidente reciente.
“Lamento la situación del territorio de Gallad, pero fui gravemente herido cuando regresé de matar al dragón, así que es difícil que acepte una solicitud para tratar con los demonios durante un tiempo. Busca mercenarios.”
“¡Ya los he buscado! ¡Pero ninguno de ellos era lo suficientemente competente para lidiar con un Grifo!”
El Grifo era una bestia con cabeza y alas de águila en el cuerpo de un león. Volaban en el aire, por lo que era difícil enfrentarse a ellos con habilidades ordinarias.
“¡Es un Grifo después de todo! Nuestra plantación está lejos del hábitat de los Grifos, así que nunca hemos tenido un oponente así... ¿Qué haremos…?”
El Conde Gallad se tambaleó desolado.
“Mi única esperanza es el Barón. Es lo suficientemente fuerte para vencer al dragón. Usted y los Caballeros de Ailsford podrían enfrentarse fácilmente al Grifo. ¡Por favor, acepta mi solicitud!”
“Hmm...”
Altair me miró, tocando su barbilla como si estuviera preocupado. Parpadeé sorprendida por la repentina mirada que me dirigió, e inclinando la cabeza hacia un lado preguntó.
“Nadia. ¿Qué opinas?”
“¿Perdón?”
“¿Debo aceptar la solicitud del territorio de Gallad? Haré lo que me digas. Todavía no me he recuperado del todo, pero si mi preciosa esposa me lo pide creo que mis pensamientos cambiarán un poco.”
“Bueno... eso es...”
No pude responder fácilmente, así que dudé y miré a Altair y al Conde Gallad. No podía entender por qué me hacía una pregunta tan importante. Miré a Altair, para ver si me daba la respuesta que deseaba, pero él sólo prestaba atención al Conde Gallad con una expresión en los ojos cuyo significado se me escapaba.
“¡B-baronesa!”
En ese momento, el Conde Gallad, que miraba ansioso entre los dos, se arrodilló ante mí y agarró mi falda.
“¡Por favor, persuade al barón! Si el barón no nos ayuda, ¡nuestro territorio estará perdido!”
“No hagas esto, levántate, Conde.”
“¡Olvida todas las insolencias del pasado! ¡Me disculparé así!”
Avergonzada, traté de levantar al Conde, pero en lugar de eso se acostó boca abajo en el suelo y pidió perdón en tono de súplica con las manos.
Los espectadores reunidos alrededor del castillo se sorprendieron por la conmoción repentina y se quedaron sin aliento. Normalmente, no habría este nivel de espectadores, pero era un momento en el que varios comerciantes se encontraban en Ailsford debido al asunto de la Mina de Piedra de Maná.
Además, esta gente recorre todas las regiones del Imperio.
Los rumores de que el Conde se había arrodillado ante la Baronesa y le había suplicado con las manos no tardarían en correr por todo el Imperio de boca en boca. Era obvio que el estado de ridículo del Conde se inflaría aún más siguiendo el talento oratorio exagerado de los mercaderes.
“Hmph. ¿Cómo te atreves a tocarla?”
Altair sonrió e hizo una seña a los caballeros que lo custodiaban. Entonces Bran salió como si lo hubiera estado esperando y se inclinó ante Altair.
Altair le susurró al oído en voz baja para que no lo oyera el Conde.
“De esta manera ha entrado en razón. Deja de actuar en la plantación.”
“Sí, mi señor.”1147Please respect copyright.PENANAISgnZ3Bwyr