La comida era asquerosa.
Mama me daría un buen golpe en la mejilla si me escuchara decir eso. Y lo hizo varias veces de pequeña, tan pronto daba el primer indicio de despreciar alguna forma de comida. No podía dejar la mas mínima porción de comida en el plato o me daría una bofetada, entonces tampoco podía hablar muy mal de su comida. –Consejo de Emily #1: Si vas a sufrir, hazlo en silencio.
Perdón, mama. Pero la comida de este lugar es asquerosa.
Ojala jamás sepa que estoy pensando eso. De hecho, estaré contenta con que no sepa la mitad de cosas que pensé de ella alguna vez. Pero tengo la sensación de que ya lo hace.
No es que mama pueda leer mentes. Ella no es ninguna superheroina. Créeme que no lo es.
Pero no necesitas leer mentes conmigo. Exhibí mi frustración y resentimiento con mis gestos fríos por años.
Así que ahora estaba paralizada en una cama, de todas las veces que he asaltado a la enfermera con preguntas, ninguna de ellas ha tenido nada que ver con la ultima vez en que alguien vino a verme. Eso no quiero saberlo. Solo se que ella no esta aquí.
Mama no venia. Mama me odiaba. Mama sabe lo que hiciste.
Perdón, mama.
Junto a mi camilla habían 5 sillas azules, con almohadas en los asientos. Estaban vacías. Allí habia suficiente espacio para Jessica, Scarlett, Camila y mama. Y quizá alguien que perdí hace mucho tiempo.
¿De que servia? Si al final nadie habia llegado. Mama debía de estar en casa, ocupada con mi padrastro o con otro de sus amantes. Y quien sabe que era de la vida de papa.
Jessica y el resto si querrían verme, y yo también quería verlas. Con todo lo que habíamos vivido, las extrañaba tanto que me faltaba el aire.
Ellas habían hecho cosas imposibles. Cosas que solo esperaba ver en la televisión y en películas. Debía decirle a alguien. Debía decirles a todos que lo sobrenatural existía.
La enfermera pelirroja ya habia escuchado mis historias. Ahora mismo ella debía de estarles contando a todos la verdad. Que habían intentado asesinarme.
¿Cómo habia llegado hasta aquí?
No podía saber en que pensaba el resto de pacientes, que tan solo me conocían como la paranoica, la joven tragedia, la desafortunada que tenia los huesos rotos y la suerte de estar viva. Imaginaba que algunos se fijaban en mi, por mera curiosidad, antes de mirar a otro lado, o ver la tele.
Jamas habría adivinado que en lo que la mayoría pensaba no se trataba de mi, sino de mi camilla, o mas exactamente, el lugar donde estaba.
La verdad era que ese rincón jamás habia sido especial. Jamas habia sido una zona marginada del cuarto. Solo un trozo cualquiera del hospital.
La verdad era que desde mi llegada, se habia ennegrecido hasta ser casi un agujero al infierno. Sin explicación alguna.
Antes de que papa se fuera, veíamos muchas novelas en la televisión con mama. Gran parte de estas giraban en torno a funcionarios de hospitales y sus locas aventuras y sus romances prohibidos. Ahora que me encontraba atrapada en un drama de hospital, y mi papel era la paciente agonizante, entendía que era mucho mas divertido en la tele.
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Había sentido algo cuando huía. Un peso. Lo recordaba muy bien, en esos momentos presentía que algo invisible me caería encima. Bueno, pues ahora mismo, ese "algo invisible" me aplastaba.
Y seguía sin poder verlo.
No podía vivir así. No podía hacerlo. No podía hacerlo.
¿Cómo habia pasado? ¡¿En que momento habia cambiado mi vida para siempre?!
¿Esto era lo que quedaba? ¿Este era el horroroso resto de mi vida? ¿Esto era lo que me esperaba?
Había pasado de una estudiante a los restos desgarbados de una tragedia desdichada.
¿Acaso todo seguiría empeorando?
No lo sabia, pero habia dado en el blanco en eso ultimo.
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