"En tu mundo, nadie se muere en soledad" –Matt Bellamy.
Todos dicen que las personas cambian, pero empiezo a pensar que no es así. Diré que llegue al mundo causando problemas y me fui de el provocando el triple.
El día de mi nacimiento fue uno cualquiera y el de mi defunción otro haz distraído del calendario. Antes de que iniciara mi segunda vida, ya había sido personas distintas. Mama me había llamado Emilia Hamilton, y yo quería que mama se muriera por hacer que papa se fuera, así que deje de llamarme así a los 8 años.
Vale si, el se fue a los 14. Desde antes no me gustaba el nombre. Pero a los 14 me tome más en serio llamarme Emily Hills. Dicen que los nombres tienen un poder único, uno distinto.
Es de las pocas cosas en mi vida que puedo explicar con claridad, todo el resto son cosas que se escapan de mi conocimiento y también de este mundo. Una fantasía difusa. Entrar en ese viernes 13 cambio todo para bien o para mal y le advertiré a cualquiera que desee hacer lo mismo, que le espera un camino ajetreado. Confusión y mareos, odio y jaqueca. Migraña.
Soy Emily Hills. No sé donde estoy. No sé donde fui. No sé porque papa se fue. No sé qué será de mí. Pero sé quién soy, y también sé lo que no soy. Y la peor parte es que no se en que me puedo convertir.
Pero soy Emily Hills, y si no te gusta, vete al demonio.
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