-¿Hola? –Pregunto. La voz le tembló como una cuerda floja al paso de un acróbata- ¿Familia Hamilton?
-El numero al que usted llama se encuentra en otra llamada...
Matt dejo el teléfono a un lado, ignorando el impulso de arrojar el aparato contra la pared. Se encogió y se dejo caer contra una pared.
-¿Qué paso? –Pregunto Alex, con la boca llena de papitas, acercándose a el- ¿Qué te dijo? ¿Se puso a llorar? ¡Quiero escuchar, dámelo!
-Todo tuyo –Replicó Matt quedamente, y Alex se decepciono al ver la pantalla-, esta en otra llamada.
-Oh.
Volvieron a quedarse en silencio. Habían movido la camilla con el cadáver unos metros de distancia hasta que encajara en la esquina, a petición del mismo Matt.
El interior del transporte tenía el suficiente tamaño para asimilar el estomago de un elefante. El torso se le enfrió, y deseo poder sacar la cabeza por entre las puertas al menos por un momento. Cooper, señor jefe, estaba en el otro lado, alejado de Matt y Alex.
Cooper volvió a cortarse las uñas con la hoja de la navaja, sus movimientos eran más bruscos que antes –si no se tratara de un cirujano, Matt tendría miedo de que se abriera una cutícula del dedo-, pero la arruga con forma de zanja en la frente del jefe le indicaba que era impaciencia.
Llevaban mas de 2 horas allí, perdiendo el tiempo y sin hacer nada. Todo porque los legistas de la morgue no les habrían la puerta ni contestaban los llamados. Hablando de no contestar, la familia de la chica muerta tampoco estaba interesada.
Un calor hizo que los hombros le dejaran de temblar, seguido de un olor hirviente. Lo siguió con la nariz y le atrapo un arranque de toz.
-¡Alex! –Reclamó, cubriéndose los ojos antes de que el humo le diera pinchazos- ¡¿Que haces?!
Alex no pudo evitarlo y soltó una carcajada, alejo el cigarro de su boca para no atragantarse, torbellinos de vaho dieron vueltas fuera de su boca.
-Perdón, Matt, -Se disculpo Alex, disipando el humo con una mano- aun hay mucho espacio en esta suite para zombies. Si no quieres que te ataque el asma puedes irte al otro extremo.
-No puedes...
Alex volvió a darle un sorbo al cigarro, haciendo en menos sus palabras con un gesto despreocupado.
El cigarro fue arrancado de su boca de un tirón, cenizas le cayeron en el mentón. Se las quito a manotazos y se sostuvo el cuello, incapaz de controlar un arrebato de arcadas.
-¡¿Qué...?! –Se quejo, nicotina le había bajado por la garganta. Manchitas negras le quedaron bajo los labios y cerca de la clavícula.
-Esta es la última vez, -Dijo Cooper, y cerró el puño en torno al cigarro. El humo fue desvaneciéndose- No puedes fumar en una ambulancia a puertas cerradas, con otras dos personas encerradas junto a ti.
Alex estuvo a punto de protestar, Cooper lo noto y dio un paso al frente. El chico se apego a la pared.
-A 4 metros de ti, está el cadáver de una muchacha. Si no te importa el respeto, que te importe cuando los legistas confundan restos del veneno de tu cigarro como la causa de muerte. –Apretó una vez más el puño, las venas le bombeaban fuera de la piel como raíces-, ¿Quieres eso otra vez?
Abrió la mano y el cigarro cayó sobre los muslos de Alex como un gusano aplastado. El chico se sentía pequeño y ofendido.
-Ve a botarlo. Ve a lavarte las manos, y más te vale tener otra prenda, o mandar tu uniforme a la lavandería antes de tu siguiente turno.
Alex asintió con la cabeza. Los ojos se le habían hinchado y ya no parecían tan reacios al vapor de su propio cigarro.
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Matt disipo la picazón con un hombro, se había alejado para que no le lagrimearan los ojos y aun así le tomaba trabajo mantenerlos abiertos.
-Venga... -Murmuro Alex, Matt tardo unos momentos en darse cuenta de que le hablaba a él- Te noto preocupado, ¿pasa algo?
No reacciono a la pregunta, y simplemente se dijo en su cabeza "¿es en serio?". Hizo un ademan hacia el cadáver en la esquina, y Alex asintió en un gesto de compasión.
-Pobrecita, tenia solo 16, de seguro era un bombón. Tranquilo, hombre, -El enfermero gateo hacia Matt a hurtadillas. Se pregunto si a Alex le daría un aneurisma pasar 5 minutos sin hablar- ¿Qué te parece si salimos ahora?
-¿Disculpa? –Preguntó, miró directamente a Cooper, y no le sorprendió ver que el jefe había captado las palabras y le centelleaban los ojos. Matt se alejo unos centímetros de Alex, indicando que no había sido su idea.
Alex se percato de la mirada de Cooper, de manera que lo repitió en voz alta. Cuando te atrapaban con las palabras en la boca, era menos incomodo si las admitías en voz alta.
-¡Vamos! Los de la morgue no van a llegar nunca. Yo digo que salgamos.
-Estás loco, -Respondió Matt- nos despedirían, y aunque saliéramos, solo seriamos 3 médicos y una camilla afuera de una morgue cerrada.
-Dos médicos, un novato, y un cadáver –Corrigió Cooper, cruzado de brazos. La cara de Alex se enrojeció.
-Oh, no importa. Basta con que dejemos el cadáver dentro y ya no es nuestro problema. ¿Ya viste como está el cuerpo, Matthews? ¿No, verdad? Te lo contare, un autobús la aplasto como un chicle. Era una colegiala joven.
Matt le echo una mirada nerviosa a Cooper.
-Con lo aplastada que esta, no hay problema con pasarla por debajo de la puerta.
Si dependiera de Matt, le bastaría con cerrarle la boca al novato con un botón mágico, bloquearle el velo palatino con un rayo laser y que no pudiera pronunciar tonterías jamás. Esto era solo una fantasía, claro. Alex era un niño pequeño, atrapado en un joven con un trabajo que exigía botas más grandes para los pies que tenia. La mitad de cosas que decía no las sentía. Solo quería causar un poquito de tumulto, caos, desorden, ver que tan lejos podía llegar hasta que Cooper perdiera su rango por soltarle un puñetazo.
Y estaba funcionando, lo tenia al borde de una idiotez.
Cooper se encontraba a mitad de camino al ir hacia Alex, Matt temía no poder hacer nada para contener su ira. Siempre que un cadáver quedaba tendido frente Cooper, el obtenía un sentido de protección como si de un familiar se tratara.
Entonces el teléfono cayó al suelo.
-¿Y eso? –Murmuro Matt. Ahora la atención de los 3 médicos apuntaban hacia el celular caído.
Nadie en la ambulancia se movió. Alex rodeo al jefe y se acerco al teléfono, curioso. Al ver que ninguno de los dos actuaba, tomó la determinación de investigar por su cuenta. Con Cooper lejos tras su espalda, no se molesto en esconder una leve sonrisa. No solo le mostraba al jefe que tenia las bolas mejor puestas que él, sino que se ganaba su respeto a la vez.
-¿Qué pasa, nenas? –Preguntó Alex, tomando el teléfono- ¿Se asustaron?
-¿Qué lo hizo caer? –Inquirió Matt.
-¿Y yo como voy a saber? Lo importante es que no se quebró más de lo que ya está. –Observo las grietas en la pantalla, y noto unas manchitas de sangre. Pensó unos momentos en algo oscuro y desagradable que pudiera molestarlos: Hey, Coop, ¿tuviste que revolver en su cuerpo para sacarlo? ¡Pervertido!
-No –Contestó secamente, tendiéndole la mano para que le entregara el teléfono-. Estaba a unas calles lejos de ella. Reboto fuera de su bolsillo.
Alex torció el gesto, confundido.
-¿Eh? Pero... Está lleno de sangre.
Las ruedas de la camilla pegaron un espasmo. Alex choco contra Cooper con un chillido y dejo caer el celular.
Este aterrizo y se abrió en pedazos.
-Alex, eres un completo imbec...
-¿Vieron eso? –Pregunto Matt, señalando la camilla, varios metros alejado de ambos.
Volvieron a quedarse en silencio, Matt y Alex sin apartar la vista de la camilla. Momentos atrás había encajado simétricamente con la esquina de la ambulancia, ahora había un espacio entre las ruedas y las paredes. Cooper esperaba el momento preciso en que ambos recuperaran la cordura, para darle un buen golpe en los dientes a Alex.
El novato sonrió, el sudor en sus mejillas goteo hasta el mentón, las marquitas de carbón se veían como maquillaje mojado.
-¡Venga, nenas! –Les dijo, levantando los brazos. Le temblaban, demasiado pesados para su cuerpo- ¿Ya están asustadas?
Llevo la mirada de Matt a Cooper, mientras calmaba su respiración.Ninguno de los dos le prestaban atencion, observaban justo detrás de el.
Vacilo en mirar hacia atrás, pero lo hizo de todas formas.
De la camilla chorreaba sangre.
Se le atascaron las palabras en la garganta, fue retrocediendo con la espalda apoyada en Cooper, el jefe lo hizo a un lado y Alex tropezó a tumbos, a poco de caer de culo.
-¿U-una fuga interna? –Pregunto Matt, pegado en la pared.
Las ruedas de la camilla empezaron a temblar, como si se prepararan para saltar, las luces parpadearon y se encendieron, una y otra vez, dejándolos a oscuras por segundos completos.
Un celular sonó y ambos pegaron un salto, Alex se apego a Cooper como un perrito asustado. Matt lo saco del bolsillo y contesto.
-Son los de la morgue –Anunció, aliviado a que por fin les hablaran otra vez-, está abierto.
-Algo paso con una de las arterias –Dilucido Cooper, y se apresuro hacia la camilla-, Matt, ven aquí y ayúdame. Alex, abre las puertas.
El sol casi se ocultaba detrás del techo de la morgue, sus empinadas tejas convertían las ondas de luz en afiladas guirnaldas, los edificios pronto se pondrían sus capas negras y se convertirían en siluetas como enormes pupilas a mitad del atardecer, que pronto barrería la noche.
Alex caminó hasta la entrada de la morgue y echo un vistazo dentro. Tras el vidrio sucio alcanzaba a divisar un recodo y una puerta. Puso ambas manos en torno a sus sienes y pego el rostro, enfocando los ojos. Allí dentro las luces estaban apagadas y no había nadie.
-¡Oigan! –Exclamó, antes de que Alex y Matt bajaran la camilla- ¡Habrá que ir a la entrada trasera! ¡Aquí no hay nadie!
-¿Qué? –Pregunto Matt- Eso no fue lo que dijeron los legistas. No puede ser que hayan mentido.
Alex se encogió de hombros a la distancia.
Matt rodó los ojos, y le echo un vistazo a Cooper, preguntándose si todo aquello sería suficiente para soltar un cabo en su paciencia. Todo por los irresponsables de la morgue. No quería estar allí cuando se topara con ellos cara a cara. Alex camino hacia ambos con las manos en los bolsillos.
Ayudando al jefe con el cadaver, miro hacia el sol alicaído con cierta intriga. Aquella jornada en particular era más pesada y larga de lo normal, la puesta en el testamento disparaba violentos colores como enormes serpientes por el cielo, algunas hasta dando tintes morados. Nunca era buena idea inhalar por la nariz tan cerca de un cadáver, por mas cubierto que estuviera, por eso lo hizo en dirección al horizonte y no al interior de la ambulancia. Era un crepúsculo extrañamente dulce.
El cabello rosado de Alex se veía como un hurón momificado en su frente, los ojos de Matt fueron hasta el chico, y lo señalo con el dedo.
-Alex, -Murmuró, y repitió en voz alta- ¡Alex!
El chico levanto la mirada, a mitad de camino entre la morgue y la ambulancia. A tan solo unos metros de él, un basurero del tamaño de un taxi rechinaba y se inclinaba.
-¿Por qué me apuras? Tenemos mucho tiempo que matar.
-¡El basurero! –Grito, haciéndole señas con las manos- ¡Cuidado con el basurero!
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