Matt estaba administrando una vía a un muchacho en el box 2 cuando Alex apareció y como era habitual con él, hizo que las cosas se fueran cuesta abajo.
Hasta entonces su recuperación era exponencial. A pesar de que el ataque epileptico que había sufrido era uno de los peores de toda su vida, le dolían más las heridas en los costados del abdomen que las migrañas. Quizá porque se había acostumbrado a los dolores de cabeza y a los vómitos de pequeño, pero se había perdido la clase en la universidad en la que te enseñaban el curso de acción por si te caías de una ambulancia.
En momentos así no era necesario buscar culpables porque un accidente era un accidente. A no ser que se tratara de Alex. Con el siempre había un culpable.
Por más que esta vez fuera injusto, considerando que todo había empezado por un perro rabioso e irresponsabilidad de los médicos legistas. Resultaba complicado no señalar el dedo hacia el considerando que el había conducido la ambulancia como un completo demente por la ciudad, a pesar de que jurara que los controles se movían por su cuenta.
Eso se lo había confesado a Matt de manera privada, no esperaba que nadie le creyera. Tenía razón, porque él tampoco lo hacía. Esa sería la última vez que Matt tomaría un trabajo de emergencias en un buen tiempo, se lo había prometido a sí mismo, y en tal caso no tenía muchas razones para volver a encontrarse con Alex. Pese a trabajar en el mismo hospital, Matt siempre acudía a la sala de traumatología y Alex al laboratorio.
Esperaba que las interacciones con el se redujeran a un distraído saludo casual en caso de encontrarse. Se había equivocado, porque ahora el estaba allí con una sonrisa incomoda, y el pelo rosado despeinado a un lado del cráneo.
Matt lo analizo, mientras cuidadosa e innatamente perforaba la piel del paciente. Alex le dedico una risita nerviosa.
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-No sabía que tenias un sentido de responsabilidad tan intenso por tus pacientes como para venir a visitar uno –Se cautivo luego afuera de la sala de traumatología. Se quito los guantes-, especialmente después de lo que paso. ¿Qué te trae por estos lares?
-¿Sin rencores? –Pregunto el novato, antes de empezar. Le tendió la mano.
Matt pensó en rechazar la mano, porque después de todo no creía que Alex tuviera que disculparse por nada. Tal vez estaba siendo demasiado duro con el.
-Cualquiera se equivoca –Suspiro Matt-. Está bien, mientras aprendas a conducir la próxima vez.
Alex apretó los dientes y se distrajo con el cartel de sangre neón que rezaba "Box 2" sobre sus cabezas. Eso no había sido su culpa, podía jurar que la ambulancia tuvo vida propia.
-...Igual que el perro –Dijo en voz alta, sin darse cuenta.
-¿Qué?
Alex se aclaro la garganta.
-Primero que nada... ¿Qué tal todo con Lea?
Matt cruzo los brazos y levanto una ceja. El novato no parecía entender que el trabajo de medico no da como para perder el tiempo en conversaciones de sábado por la tarde.
-Se mantiene como se puede. Algunas veces simplemente dices cosas que no deberías decir, en el calor del momento –Corto rápidamente la dirección de la conversación-. Pero siento que algo más te trajo hasta acá más que hablar de mi divorcio.
Alex dejo escapar un suspiro.
-Tú estabas allí cuando sucedió. Viste al perro zombie.
-Scott menciono que así era como lo llamabas, ¿Ya es un lema oficial? ¿Sabes que hay términos médicos más apropiados para un animal rabioso?
-No estaba rabioso. Estaba muerto. Tú lo sabes.
-Suenas muy seguro de eso, ¿Qué te hace estarlo?
El novato revelo el brazo vendado. La mirada de Matt se suavizo visiblemente.
-Ahora mismo no lo siento en absoluto, pero el perro atravesó la epidermis como papel y pudo llegar hasta el cúbito. Me pusieron la vacuna y nada, ¿te digo porque? Es porque no tengo rabia. Hace 20 años la gente moría por la rabia, tan solo porque su caniche Toy jugueteo en sus tobillos con esos colmillos baboseados. Hay fotos, libros. He buscado del tema. No necesito las 6 vacunas que faltan porque estoy sano y el perro también lo estaba.
-Entonces solo era muy agresivo. ¿Nunca te ataco un perro de pequeño?
-No te mientas a ti mismo. Lo viste de cerca y tuviste tu primer "bsjsjifdhba" en años. ¿O me vas a decir que no sentiste el olor a muerto?
Un medico paso junto a ellos con una camilla y Matt se hizo a un lado antes de que pudieran empujarlo. El hospital era un lugar ruidoso, ocupado y caótico, como la vida de cualquier estudiante de medicina. Estaba siempre repleto de personas, llamadas de teléfono y a veces llanto. Que esos dos estuvieran allí de pie hablando de la vida los hacía resaltar como si estuvieran pintados de color fosforescente.
-Y entonces esta la chica muerta.
-Oh, Alex. Eso no tiene nada que ver.
-Ya tenemos dos casos de resurrección y sucedieron consecutivamente. Algo está pasando aquí, Matt.
Alex tenía las sienes mojadas con sudor. Los labios secos en una esquina. Un curioso tic en el hombro derecho. Era el enfermero más informal y de melena más rebelde que hubiera visto en su vida pero ese día en particular, su peinado desordenado daba la impresión de haber sido resultado de una noche de dar vueltas en su cama. Era la primera vez que su aspecto desprolijo no era intencional.
Le dio una oportunidad.
-No deberíamos estar hablando aquí –Murmuro Matt-. Esto es mejor dejarlo para nosotros dos. Ocúpate de lo tuyo y yo me ocupare de lo mismo. ¿Tienes turno de noche?
-No.
-Entonces reunámonos a las 9, ahí termina el mio. Tendremos tiempo entonces.
-¿Eso es un sí?
-Es un "depende". Debo volver, nos vemos.
Matt lo rodeo y se alejo, arrojando miradas de aquí a allá, esperando no encontrar a alguien que los hubiera estado mirando. Hablar de eso en voz alta se había sentido como hacer algo ilegal. Algo que pudiera írseles de las manos en cualquier momento. Como conversar acerca de haber sacado el boleto ganador de la lotería.
Excepto que eso no era ninguna lotería. Sino una ruleta rusa.
Matt se detuvo a los pocos metros, poco antes de la intersección que llevaba al área de recepción.
-Y Alex –Le llamo en voz alta. El novato percibió su voz al instante y se giro hacia el-. Hagas lo que hagas, es mejor que no comas carne.
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